Las mujeres frente al laberinto del liderazgo – Entrevistamos a Leire Gartzia

En Oxfam Intermón, una de nuestras prioridades es promover la igualdad de género, incluyendo los derechos de las mujeres en los países empobrecidos. Sin embargo, no es necesario mirar a estos países para ver vulneraciones de los derechos de la mujer o situaciones que reflejan que aún quedan muchas metas que alcanzar en esta materia.

Leire Gartzia, investigadora y profesora de la Universidad de Deusto, cuenta con múltiples estudios en la materia y ha recibido reconocimientos por su labor en este campo tanto por instituciones locales como por asociaciones y universidades internacionales.

En estas fechas cercanas al Día Internacional de la Mujer, se ha prestado a hacernos un hueco en su agenda para reflexionar sobre estas cuestiones.

¿Cómo de satisfactorio puede considerarse el ritmo del progreso de la mujer en el ámbito laboral a lo largo de los últimos años?

Leire: En general, me gusta ser optimista: sería injusto no reconocer que ha habido muchos avances. Hay una presencia más clara en la mayoría de sectores y avances importantes como una mayor incorporación a trabajos que han sido masculinos desde un punto de vista estereotípico, como ser taxista o trabajar en la industria, lo cual antes era impensable.

Pero, desgraciadamente, seguimos muy lejos de donde debería estar una sociedad no discriminatoria: hay obstáculos para que las mujeres ocupen puestos de relevancia, desventajas en los tipos de contratación, horarios, calidad del empleo… Y todo esto tiene un gran impacto en el desarrollo de su carrera.

Tampoco creo que sean suficientes algunos de los pasos que se dan desde los poderes públicos: muchas de las leyes siguen siendo insuficientes ya que recomiendan medidas generalistas pero no hay grandes exigencias y algunas leyes siguen siendo discriminatorias. Un ejemplo es la legislación sobre los permisos por maternidad y paternidad; hasta que no se logren avances como permisos intransferibles y obligatorios, no será del todo satisfactorio el progreso del que hablábamos.

Has mencionado que hay obstáculos para que las mujeres ocupen puestos de relevancia, el denominado “techo de cristal”. ¿En qué consiste?

L: Es una metáfora que simboliza esos obstáculos invisibles que tienen las mujeres al avanzar en el desarrollo de su carrera, y dificulta que la mujer ocupe posiciones de poder. A veces pensamos que sólo es un salto que hay que dar, y que no acceden a puestos de dirección porque priorizan otras cosas, pero no es tan sencillo como eso.

Por ello, a mí me gusta más otra metáfora: el “laberinto del liderazgo”, que considero más apropiada. Refleja que no se trata simplemente de que haya un obstáculo por el que no se pueda pasar, sino que es un camino más complejo con múltiples bifurcaciones en los que no es sencillo avanzar. Al fin y al cabo, la carrera profesional de una mujer es un proceso en el que se van tomando decisiones, que están muy influidas por los roles y estereotipos sociales, y van condicionando su desarrollo. Hay muchos factores que dificultan este laberinto, como la definición cultural de las empresas, elementos identitarios, cuestiones de conciliación…

Ginni Rometty en IBM, Marissa Mayer en Yahoo! o Irene Rosenfeld en Mondelez International son ejemplos de mujeres que dirigen grandes compañías, desafiando un status quo donde históricamente los hombres han sido los únicos protagonistas. ¿Qué crees que ha posibilitado este cambio?

L: Las primeras palabras que me vienen a la cabeza serían para reconocer a las predecesoras de esas mujeres; el propio movimiento feminista que ha hecho que ahora podamos vivir esta realidad. No son cosas que pasen de un día para otro, sino un proceso en equipo de muchas mujeres, en el que han participado múltiples generaciones.

Otra parte importante es por supuesto el componente individual: muchas de estas mujeres habrán tenido que luchar duro para superar obstáculos que probablemente no han encontrado algunos de sus compañeros y realizar un sacrificio personal muy grande para poder llegar donde están y demostrar su valía en un mundo empresarial que aún no está pensado para las mujeres.

Por otra parte, creo que algo esencial en ese camino, sobre todo cuando se decide tener familia, es poder contar con apoyo por parte de sus parejas; que los hombres se impliquen y acompañen a las mujeres en su proceso de desarrollo profesional es esencial, porque realmente en el modelo actual es difícil conciliar la vida personal con las responsabilidades que implica un puesto de dirección.

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¿Qué papel juegan los medios de comunicación en relación con la igualdad de género?

L: Creo que tienen un papel central en la perpetuación de los estereotipos de género e influyen en todas las dimensiones de la vida; desde el tratamiento diferencial del deporte masculino y femenino en la radio y la televisión hasta la imagen que se transmite de las mujeres en la publicidad, las series televisivas o los cuentos. Es una exposición tan continuada e inconsciente que tiene un efecto enorme y mucho peligro.

Es casi inevitable mirar al otro lado del charco, donde se han sucedido las polémicas por las actitudes del actual presidente de los EE.UU., Donald Trump. ¿Cómo puede influir la imagen que Trump proyecta sobre la sociedad estadounidense en los avances por la igualdad de género?

L: Es un tema que genera miedo e incertidumbre. Alguien como el presidente de los Estados Unidos es una figura con una gran influencia social, y sus actitudes, desgraciadamente, pueden hacer que mucha gente adopte también esa mirada sexista y que de alguna manera se legitime más. Es un discurso que ya estaba de base, pero basta con tener una persona en una posición de relevancia como la suya para que se pueda legitimar más.

De todos modos, también quiero ser optimista, y pensar que una actitud tan marcadamente antidemocrática y retrógrada pueda levantar el enfado de gente que hasta ahora no se ha movilizado. Al ver al “enemigo” más claramente, se pueden movilizar para luchar contra ello. 

Women's March

Precisamente, la Marcha de las Mujeres en Washington ha sido un fenómeno increíblemente multitudinario que ha tenido réplicas en decenas de ciudades alrededor de todo el mundo, denunciando muchas de las actitudes de Trump. ¿Lo consideras un evento de trascendencia histórica?

 L: Las mujeres llevan manifestándose muchas décadas, y en ese sentido no me parece algo cualitativamente tan diferente a lo anterior; es una lucha que lleva mucho tiempo.

Lo que sí me parece quizás más histórico es ese auge que ha tenido un pensamiento como el de Trump, tan explícitamente machista y contrario a los derechos humanos, en el contexto de una población que consideramos económicamente desarrollada, con acceso a educación… Eso es lo que realmente me preocupa, aunque no sabría si considerarlo histórico, porque todo en la historia es cíclico y este tipo de retrocesos los hemos pasado en otros periodos. En cualquier caso, sí que nos tendría que hacer reflexionar sobre lo fácil que es dar pasos hacia atrás en logros que se han conseguido durante mucho tiempo; con lo cual, me parece importante proteger y blindar esos derechos.

Por supuesto, apoyo totalmente estas movilizaciones; de hecho tengo compañeras americanas en California que han salido de sus despachos de la universidad para reivindicar su descontento en la calle. Eso también tendríamos que tenerlo de ejemplo aquí en nuestro contexto; la movilización social sigue siendo una forma importante para avanzar en los derechos por la igualdad.

¡Muchas gracias, Leire, por compartir tus reflexiones!